Andrés Germano, de Pedernales, es el conductor de la única tripulación argentina en la categoría, junto con su hermano Esteban.
TERMAS DE RÍO HONDO.- "A
finales de mayo mi papá me dijo que tenía una molestia en un costado y
en octubre lo enterré. En el medio de tanto dolor, lo único que hice fue
confirmar mi presencia en el Dakar. Esta competencia tiene eso que no
sé cómo explicarlo. No tenía ánimo para nada, pero sí me inscribí para
competir en camiones, como el año pasado", se emocionó Andrés Germano
cuando recordó el inicio de esta aventura, tan particular para los
propios protagonistas que después de jornadas duras y de mucha entereza,
suelen desbordarse con la emoción.
Oriundo de la pequeña ciudad de Pedernales, en el partido de 25 de
Mayo, en la provincia de Buenos Aires, Andrés, junto con su hermano
Esteban, integra la única tripulación argentina en la categoría de los
más pesados del Dakar. "Mi vida pasa por los camiones. A los 3 años me
revolcaba en la tierra empujando camioncitos. Aprendí a manejar arriba
de un camión y ahora mi actividad se basa sobre el transporte con
camiones. Esto es mi pasión y lo traslado a esta aventura única", relató
a la nacion.
Los hermanos Germano compiten en un Man, el número 526, y dentro
del camión también está el español Daniel Cámara, que oficia de
navegante ante la conducción de Andrés y la dirección de Esteban. "Lo
quiero tanto al camión que lo bauticé como 'Búfalo'. Por supuesto que
hay que hablarle, hay una linda comunicación entre la tripulación y el
camión", bromea..., aunque lo dice serio Andrés.
"Mi papá tenía dos camiones y vendía materiales para la
construcción. Yo conduzco un camión de serie, uno de los últimos que
quedan acá. Los de punta son vehículos infernales. Por supuesto que
manejar estos camiones difieren de los autos, es otra cosa", explica
Andrés, de 43 años. Su hermano Esteban, de 41, tiene una personalidad
opuesta a la tranquilidad del conductor: "Yo me dedico a domar caballos,
pero cuando falleció papá le dije a Andrés que volvía a acompañarlo.
Arriba de los caballos me quebré varias veces, pero jamás sufrí tantos
golpes como aquí, arriba del camión".
El imponente Bufalo que quiere llegar a Buenos Aires.
Al "Búfalo", una aparato de 8 toneladas que "vuela" a 170 kmh con
una potencia de casi 700 caballos, también hay que domarlo. "Vivimos
seis situaciones límites con este camión en el Dakar 2015. Lo más
complicado fue cuando volcamos en Chile. ¿Sabés lo que cuesta poner otra
vez en pie a este bicho? Volcamos a las 15.30. A partir de ahí tuvimos
que desllantar dos neumáticos, cambiar los filtros, quitar los líquidos
del sistema hidráulico. Después de tanto trabajo, pudimos recuperarnos y
partimos a las 20.30. Ese día hicimos 23 kilómetros por las dunas de
Iquique de noche. Una odisea", relata con entusiasmo y dramatismo.
"Corrimos condicionados durante gran parte de la carrera porque se
nos rajó la cabina en las primeras etapas. Desde Man nos sugirieron que
no siguiéramos, por las dudas, pero le metimos tanta garra que acá
estamos, a dos etapas del final. Nos jugamos y estamos muy orgullosos",
destaca Andrés.
Pero el Dakar entrega vivencias únicas, que van más allá de lo
deportivo. "No puedo creer que en Jujuy la gente se parara al lado del
camino con carteles pintados con mi nombre, o con la bandera argentina.
La verdad es que uno viene concentrado por los problemas que surgen en
el camión, pero también me emociono viendo todo eso desde arriba de la
cabina", se quiebra el piloto de Pedernales.
Sobre el futuro de la categoría, Germano tiene certezas: "Me parece
que éste es el último Dakar con camiones de serie. La categoría
evolucionó muchísimo. Y en ese camino, a mí, después de haber ganado en
mi categoría en 2014, y ahora casi por completar la vuelta, me
encantaría probar en un Dakar con un camión de punta. Para ello, debería
contar con un presupuesto acorde y con apoyo. Pero veremos. Nunca
pierdo la fe. De eso se trata el Dakar, de avanzar pese a todo".
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